
¿Cómo se interviene en la educación en diabetes?
Como ya hemos comentado, la diabetes es una enfermedad crónica. Al afectar al metabolismo de los hidratos de carbono, la persona que la padece ha de medir su nivel de glucosa con cada comida o actividad que realice. Solo de esta manera puede aplicarse el tratamiento necesario. Es por ello que la diabetes lleva al paciente a tener que tomar decisiones de manera constante: ¿ha de comer más o menos? ¿Cuánta insulina ha de inyectarse? ¿Es recomendable que haga mucho o poco deporte en función de lo que ha hecho anteriormente? Estas preguntas son tan sólo un breve ejemplo de las decisiones ha de plantearse de manera constante una persona que tiene diabetes. Así, la educación en diabetes tiene entre sus principales objetivos, ayudar a que esta toma de decisiones sea lo más fácil y acertada posible.
¿Cómo logra esto la educación en diabetes? La clave para una buena educación en diabetes es que se trate de un proceso continuo. Es importante comprender que la educación en diabetes no se limita a una intervención puntual. Consiste en la transmisión de una serie de conocimientos, pero también en un acompañamiento continuado. De esta manera, la persona que padece diabetes, puede ir renovando y actualizando sus estrategias de control de la enfermedad, en función del cambio de sus rutinas, los avances médicos, etc. La educación en diabetes, al igual que la propia enfermedad en la que interviene, también es crónica. Solo así se puede garantizar la mejor atención. A la hora de realizar su labor, un educador en diabetes sigue una serie de fases que vamos a describir a continuación.
Fases de intervención de la educación en diabetes
La intervención en educación en diabetes consta de varias fases. En primer lugar, se realizará una fase de valoración. Esta consiste en recabar toda la información relevante sobre las condiciones de vida del paciente. Su estado de salud, su historia clínica, sus rutinas profesionales y personales. Así mismo cobran gran relevancia aquellos factores que influyen o dificultan su control sobre la diabetes. El educador en diabetes ha de registrar de la mejor manera posible todos estos datos, para tener una imagen clara del punto de partida de su intervención. A la fase de valoración le sigue la de planificación. En esta se establecen los objetivos a lograr para el paciente, de mutuo acuerdo con el educador. De esta manera se está estableciendo un compromiso que va a motivar y poner en marcha tanto la intervención como la implicación del paciente.
La siguiente fase es la de implementación y seguimiento. Esto implica que el paciente ha de llevar a cabo aquellas tareas o conductas que ha acordado con el educador. De esta manera se comprueban los resultados obtenidos, y se va corrigiendo aquello que sea necesario para lograr el objetivo común. La siguiente fase de intervención es fundamental: es la evaluación. Es la forma en la que tanto paciente como educador comprueban si las medidas adoptadas están dando resultado. Se evalúan aspectos tanto fisiológicos como psicosociales. De esta manera se podrá comprobar el éxito de las conductas sugeridas, o si es necesario corregir o modificar alguna. La evaluación no implica el final de la intervención. Como comentábamos, la intervención ha de acompañar al paciente durante toda su vida, si bien, puede realizarse con distinta frecuencia. Sin embargo, una evaluación constante es fundamental para dotar de sentido y supervisión a la educación.
¿Qué materiales se emplean en la educación en diabetes?
La educación en diabetes emplea una serie de materiales que es fundamental tener claro para una buena intervención. Podemos distinguir entre dos tipos de materiales: aquellos destinados al registro de la intervención, y aquellos que consisten en el tratamiento médico en sí. En primer lugar, los materiales de registro pueden ser de muchos tipos. Lo que es importante es que supongan una forma útil y sencilla de comparar distintos momentos del paciente. Se emplean tanto para recabar información (cuestionarios, resúmenes) como para proporcionarla (resultados de la evaluación). Por otra parte, tenemos los materiales de tratamiento. Estos pueden ser también de varios tipos. El educador ha de contar con un material didáctico sencillo y útil, con el que apoyar su comunicación y sostener las conductas y tareas que demanda al paciente.
Por otro lado, el educador también puede emplear tanto a nivel formativo como farmacológico material tecnológico que ayude al paciente a controlar la diabetes. Hablamos en este caso de elementos como sensores, bombas de insulina y otras formas de tratamiento médico. Su obtención a través de la sanidad pública es dificultosa en muchas ocasiones para el paciente. De esta manera, el educador tiene un importante papel a la hora de informar y divulgar sobre el uso de estos tratamientos menos disponibles, y las distintas opciones para adquirirlos y utilizarlos. La labor del educador en diabetes, por tanto, se construye desde la comunicación constante entre el profesional y el paciente. Solo mediante una buena comprensión y entendimiento puede fundamentarse la intervención.
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