
Un nuevo empuje comunitario
El 15 de mayo de 2011 tuvieron lugar en España una serie de protestas pacíficas para reivindicar una mejora de las oportunidades y condiciones de vida de las personas jóvenes. Las manifestaciones derivaron en acampadas que se extendieron por las principales plazas del país, aglutinando a un colectivo al que hasta entonces se le tildaba de inactivo y perezoso: la juventud. Años después, los estudios sobre aquellos eventos históricos destacan el papel de las redes sociales en el éxito del movimiento.
Paradójicamente, una red social virtual dio lugar a una red social física. Mensajes, posts, publicaciones, fotos, tuits… Todo ello contribuyó a la aparición de asambleas, comunidades, vínculos, luchas. Lo electrónico se puso al servicio de lo físico, y ese colectivo hasta entonces muchas veces denostado (“la juventud”), encontró la herramienta perfecta para plasmar sus frustraciones y reivindicar sus deseos. Se demostró que la acción colectiva solo se puede lograr desde la unión y la lucha.
Hoy en día, es evidente y explícito que todos formamos parte de comunidades. Tu provincia, tu ciudad, tu barrio, tu edificio. Y no sólo eso: tu grupo de música favorito, tu equipo de fútbol, tus aficiones. También tus enfermedades. Las personas que padecen diabetes son una comunidad. Y, tal vez, por desgracia, tenga bastantes paralelismos con lo que se pensaba de “la juventud” antes del 15M.
La comunidad de personas que padecen diabetes está estructurada normalmente a través de asociaciones.
Son agrupaciones, más o menos locales, donde se realiza una importantísima labor de asistencia y apoyo a las personas que padecen esta enfermedad. De esta manera, es habitual encontrar en poblaciones o distritos, una asociación de diabetes de la que obtener información sobre recursos, tratamientos, etc.
Sin embargo, parece que la labor de estas asociaciones ocurre en el vacío. Su acción se limita a lo local, y esto, pese a ser algo lógico, les resta una gran capacidad de cambio real. Antes del 15M existían numerosas asociaciones de jóvenes, pero hasta que no establecieron una red de comunicación entre ellas, y aún más allá, hasta que no implicaron a otros colectivos sociales, no lograron una respuesta multitudinaria que obtuvo un gran resultado.
Eso mismo creemos desde Di Sugar que es fundamental que ocurra en las asociaciones de diabetes de cara a conseguir resultados efectivos para las personas que padecen la enfermedad.
No basta sólo con actuar y atender las necesidades inmediatas: en lo que concierne a esta enfermedad, hay que ampliar el foco, convertir nuestras problemática en objeto de una lucha social y colectiva.
¿Por qué hay una atención sanitaria pública tan mermada y escasa hacia la diabetes? ¿Por qué no se invierte más en su investigación y su tratamiento? ¿Por qué no hay campañas de salud pública destinadas a concienciar y mostrar la realidad de padecer esta enfermedad? ¿Por qué las personas que padecemos diabetes no hemos integrado los recursos sociales existentes en la actualidad para llevar nuestra pelea a todas las casas, a todas las comunidades?
Son un montón de preguntas que tal vez no tengan respuesta simple. Pero no porque impliquen frases complejas hemos de dejar de formularlas. Este escrito no quiere limitarse a ser una queja. Va mucho más allá, porque no estamos interesados en encontrar culpables: cada uno ha hecho lo que ha podido en base a los recursos que tenía. Al revés, queremos buscar nuevas ansias de responsabilidad, personas que se sientan alentadas por esto y que nos ayuden a impulsar un nuevo movimiento colectivo, una nueva idea de comunidad para las personas que padecen diabetes.
Somos personas que padecen diabetes, en nuestra propia carne o en la de nuestros seres queridos. Queremos aunar voces y manos en un esfuerzo colectivo para mejorar nuestra realidad. Queremos ocupar espacio como en su momento lo ocuparon aquellas manifestaciones. Queremos que la diabetes sea un tema que no se pueda evitar, algo que no se pueda obviar. Porque nos va la vida en ello. La enfermedad que padecemos es crónica, y crónico queremos que sea también el apoyo, crónicas la ayuda y la asistencia, crónicas las conciencias.
Si reformamos nuestra comunidad, si la dotamos de una misión ambiciosa y comprometida, iniciaremos una labor que puede salvar vidas a miles de personas en el futuro. Queremos que la diabetes se entienda sin que su normalización implique su minusvaloración (“ah, si es solo un pinchacito”). Queremos que, si todo el mundo sabe lo que es esta enfermedad, todo el mundo sepa también que desde lo público y lo comunitario se están dando las respuestas y atenciones necesarias para tratarla. Y con este objetivo escribimos, trabajamos, vivimos: para lograr una mejor comunidad, una mejor vida con diabetes.
Son tiempos en los que establecer algo comunitario está al alcance de todos. Son tiempos en los que es más necesario que nunca difundir y pelear por lo que es justo.
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